viernes, 19 de septiembre de 2008

SUELTOS EN EL CAMINO

Los obreros de hoy, a las cinco a las seis,
llevan en el rostro las señales de un cansancio infinito,
rincón de la nave más penunbrosa.
Humedad viscosa, por la explotación y el hambre,
Profundidades inaccesibles
hundidas quinientos metros en su ser,
que poco a poco los acaba
como el veneno de las víboras del bosque
como la de los alacranes y de las arañas.

En mi recuerdo,
En mi porvenir acorralado,
veo las luces de la represión titilando en la sombra,
desgonzado y patuleco como un judas de trapo.
Veo la explotación, el hambre, la demagogia,
como piedras de aquellas filudas que cortan el aire
y hieren por la espalda al Antuco.

A las seis de la mañana.
hora celeste y mágica
se trasluce la ciudad que se levanta de puntillas
y comienza a dar sus primeros pasos.
La niebla disuelve el perfil de la ciudad,
y se ve envueltos en sus bufandas
y en su melancolía
los obreros que corren a la fábrica al toque del pito,
a dejar en el sombrío edificio
los diamantes infinitamente
más valiosos para el explotador:EL SUDOR.

El burgués con su fábrica enroscado por el demonio,
estrangula sin compasión el aliento de los obreros,
La explotación crece sin compasión ni orillas.
Graznido de las aves de rapiña
que espectralmente en las noches,
bollando en el silencio con el patrón
con el empresario con el capitalista
planean como acabar con el auténtico y fragante revolucionario.

Pero ...El aire mañanero,
todas las secresiones del alba dispersados por la ciudad,
el silbido. Y el cántico del obrero y del campesino,
Con su sangre lleno de átomos revolucionarios
son las perennes fumarolas del esplendor volcánico.
que más tarde quemarán la noche al explotador.

La derrota sentirá dulce en los labios,
pero amargo en los ojos, porque el mundo
será enhebrado por los caminos de la justicia
como las venas de María por donde corre sangre revolucionaria...

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